Si tuviera que definir con una
sola palabra el ejercicio de nuestra profesión en el ámbito clínico, elegiría
la palabra encuentro, porque resume mejor que ninguna lo que se produce entre
terapeuta y paciente.
En un encuentro en que cada uno
tiene un rol definido y que ocurre dentro de un encuadre determinado (espacio,
tiempo, frecuencia, marco teórico referencial, etc.).
Pero no es un encuentro
cualquiera, como el que se da entre amigos, compañeros de trabajo, colegas, etc.,
y lo que lo diferencia es que ambos (psicólogo y paciente) asisten a la
novedad, ninguno sabe de antemano lo que ocurrirá, pero tienen en común el
deseo de trabajar juntos, de acompañarse a largo de un camino que es el propio
proceso psicoterapéutico.
En este encuentro, el encuadre es
un elemento esencial porque permite pautar juntos la forma de trabajo, las
condiciones y diferenciar roles, entre otras cosas, posibilitando, de esta
forma que el paciente despliegue “su historia” y sus circunstancias y que el psicólogo
escuche a través de una escucha operativa sin prejuicios ni preconceptos, y que
la palabra adquiera su valor terapéutico.
Así el rol del psicólogo no es el
de aconsejar, o decir lo que está bien o mal, o señalar como deberían ser las
cosas, sino establecer puentes, entre el paciente y su propia historia,
propiciando el encuentro con uno mismo, sus sensaciones, miedos, angustias, temores,
deseos, odios, amores, sueños,
sentimientos, frustraciones, etc.
Y es el propio paciente, quien
desde su historia, sus valores, creencias, circunstancias, decide sobre sí
mismo.
El psicólogo intenta por medio de
la palabra, develar la historia silenciada, arrojar luz sobre recuerdos ensombrecidos,
por el dolor, por el paso del tiempo o vaya a saber porque, mostrar aspectos de
uno mismo que muchas veces nos negamos a reconocer como propios y que siempre
rechazamos en los demás.
Esto hace que el proceso
psicológico sea un proceso de cambio y transformación en donde el paciente
resignifica su historia vital, se
fortalece, crece, haciéndose cargo de su destino, tomando las riendas de su
propia vida y decidiendo por sí mismo como quiere ser, que quiere ser, y que camino escoger.

Lo has definido a la perfección, Patricia.
ResponderEliminarGracias Ali he intentado describir nuestro trabajo para que nos pierdan el miedo y dejen tanto falso concepto que hay por ahí.
ResponderEliminarQue bueno y que claro que esta. Mis mejores deseos en todos tus emprendimientos.
EliminarTu hermana
Muy acertado Patri, el psicólogo acompaña en el proceso pero, el trabajo lo hace el propio paciente. Es el que se compromete a avanzar y trabaja por ello. Si esto no ocurre y lo que se espera es que nos digan como nos debemos de conducir, esta transformación no ocurre.
ResponderEliminarMuy buena la definición que has hecho del rol del Psicólogo. Es así como debe ser, como dices, un encuentro. El Psicólogo como acompañante en un proceso, en un camino, que será único para cada paciente.
ResponderEliminarEnhorabuena,muy interesante el blog!