jueves, 22 de agosto de 2013

Mi hijo es autista pero yo ........no me lo creo

Así reaccionó una amiga ,al recibir el diagnóstico de autismo de su hijo de tres años.

"Apenas tiene tres años, como saben que es autista, porque no habla.....ya hablará, porque no juega con otros niños......ya jugará y se integrará, como todos los niños"

Podría haber estado toda la tarde escuchando su monólogo y todo su repertorio  de motivos a los que se aferraba desesperadamente para negar un diagnóstico que no podía aceptar en ese momento.

Dedicó mucha energía en rechazar todas las afirmaciones del médico y en contradecir sus argumentos, enfadada y muy decidida a pedir otras opiniones  a consultar a otros especialistas,

Como amiga me limité a escucharla, sin opinar, sin interrumpirla, permitíendole que se desahogue, porque en ese momento era la única forma posible de ayudarla y porque en  definitiva era lo que ella necesitaba en ese momento, ser y sentirse escuchada, comprendida, para todo lo demás ya habría tiempo.

Es que aceptar un diagnóstico como este , implica un proceso parecido al duelo, en cierta manera hay que despedirse de muchas expectativas, sueños, deseos que se fueron gestando en el embarazo en relación al niño.

Nadie está preparado para recibir un diagnóstico así, y lo natural es que surjan un torbellino de sentimientos y emociones que impiden escuchar  y pensar con claridad, por lo que comprender la situación en ese momento se hace imposible.

El desánimo y la tristeza aparecen frente a una realidad que aún no se acepta ni se comprende, no hay que olvidar que durante  el embarazo , las madres van imaginando  a su bebe , depositando ilusiones, deseos y expectativas que están muy lejos de el autismo.

Cuando preguntamos a una mamá acerca de si prefiere chica o chico siempre responde "que nazca sano"
pero en realidad además, desea que sea guapo(a), listo(a), que se desarrolle adecuadamente, que sea obediente, que sea el mejor de su clase........etc.

Aceptar el diagnóstico significa olvidarnos de estas expectativas, pero para ello necesitamos tener otras más reales, acordes a la nueva situación y que sean posibles.

Para poder construir estas nuevas expectativas hace falta primero reconocer y aceptar la nueva situación porque solo así podemos modificarla.

Pero el camino a recorre es largo y en muchos momentos aparece la rabia y la culpa, por no haber hecho las cosas bien , por no haberse cuidado lo suficiente en el embarazo o porque el trabajo o determinada situación se vivió con mucho estrés y eso repercutió en el bebe:

Esto en realidad, es un vano intento de buscar excusas, para tratar de entender y de explicar lo inexplicable, porque la realidad es que no hay culpa ni culpables.

Así el proceso de aceptación es un proceso interno, al que cada uno se enfrenta con los recursos internos que tenga integrado en su personalidad y en  su forma de ser, y es un proceso que se vive casi en soledad porque es muy difícil compartir con los demás  estos sentimientos.

Pero con el tiempo llega la  aceptación aunque primero se acepta el diagnóstico de autismo y luego el autismo en sí como trastorno, pero a partir de la aceptación es cuando se da la posibilidad  de comprender la situación y actuar en consecuencia para ayudar al niño(a)  a salir adelante y buscar todos los recursos necesarios que posibilitan y potencien el desarrollo de las  diferentes capacidades y habilidades del niño(a).

La paciencia y el tiempo son aliados fundamentales para los padres, a la hora de normalizar la nueva situación, y enfrentarse a ello con toda la energía de que se dispone.

Para ello es fundamental buscar ayuda, información , recursos que existen en la comunidad, hacerse miembro de alguna asociación, para compartir con otros padres experiencias, sentimientos, miedos ansiedades y aprender juntos a resolver conflictos de la vida cotidiana.

Por suerte hoy en día se cuenta con recursos, pedagógicos, psicológicos, sociales, que ayudan al niño  y a su familia, teniendo en cuenta que con una estimulación adecuada y un entorno favorecedor estos niños adquieren habilidades básicas, una cierta capacidad de comprensión, de relación, de comunicación (dependiendo del grado autismo presente).

Los niños (as) autistas en definitiva implican una experiencia muy rica de aprendizaje para los padres y con cada logro del niño(a) los padres se sienten recompensados y orgullosos, porque son conocedores del esfuerzo y sacrificio en el que todos están implicados.

miércoles, 22 de mayo de 2013

De parejas a padres

En general durante la etapa de "enamoramiento" las parejas van construyendo y moldeando su relación.
Cada uno aporta su forma de ser, de sentir, valores, principios, forma de ver la vida su historia vital y experiencias.

Pero el enamoramiento solo no alcanza porque la construcción de la relación es un proceso dinámico, cambiante, y  que ambos estén dispuestos a colaborar, a dar, a recibir, ofrecer, compartir.

La pareja se sustenta como tal cuando la inversión de tiempo,aceptación de responsabilidades, esfuerzo, entrega, expresión de amor y aceptación de los dos es equitativa, pero siempre manteniendo cada uno su identidad e individualidad..

Las parejas se comunican, dialogan, comparten sus deseos, proyectos, inquietudes, planifican un futuro compartido,una vida en común.
Así van construyendo su relato, en el que posiblemente estén incluidos, los hijos idealizados, probablemente en una situación también idealizada.

¿Pero que pasa a veces con la llegada de los hijos?

Es que pasar de ser pareja a padres es complicado ya que a cada uno le toca inaugurar un rol (madre, padre)con la inseguridad de no sentirse aún preparado para eso y con los miedos naturales que implican cuidar a "otro" aunque sea un hijo deseado, querido, esperado.

Así las parejas viven la llegada del hijo con sentimientos encontrados, por un lado , amor ternura, orgullo, satisfacción , pero por otro lado, miedo, ansiedad, angustia., debido a la inexperiencia .

Las dificultades surgen por el aumento de responsabilidad, la exaltación de la maternidad, y por todos los cambios que suponen la llegada del recién nacido en la vida cotidiana de la familia, ya que los horarios,las rutinas,las actividades cambian para adaptarse a satisfacer las necesidades del bebe.

Sobretodo, durante los primeros meses, la dedicación de la madre al bebe es exclusiva, ya que se crea entre  ambos un vínculo simbiótico en el que la madre se identifica con el bebe para satisfacer y comprender mejor sus necesidades y  demandas.

Esta situación puede provocar en el padre la sensación de abandono, y a veces genera discusiones  en la pareja por no comprender lo que está ocurriendo y porque a los hombres les suele costar  más aceptar los cambios.
También pueden aparecer diferencias de criterios en cuanto a modelos educativos.

Pero estas dificultades se superan fácilmente a través de una mayor comunicación, mejorando también la capacidad de escucha, de comprensión y de empatía (poder ponerse en el lugar del otro) porque el desafío es construir juntos una familia sin dejar de ser una pareja.

Así con el paso del tiempo y con una mayor adaptabilidad y aceptación de la nueva realidad por parte de ambos, se pueden construir nuevos espacios de comunicación y diálogo en el que cada uno pueda  compartir sus sentimientos con el otro, sus miedos y necesidades, así  como comentar el día a día de cada uno.

De esta manera la pareja pasará por un proceso  de transformación  de su relación en la que ambos miembros de la pareja irán desarrollando su propia identidad como padre y madre y en consecuencia su identidad de pareja.

Pasarán de ser pareja a padres pero sin perder por ello ni el tiempo ni el espacio que toda pareja debe reservarse tanto para la comunicación para la intimidad.

domingo, 3 de febrero de 2013

Encuentro


Si tuviera que definir con una sola palabra el ejercicio de nuestra profesión en el ámbito clínico, elegiría la palabra encuentro, porque resume mejor que ninguna lo que se produce entre terapeuta y paciente.

En un encuentro en que cada uno tiene un rol definido y que ocurre dentro de un encuadre determinado (espacio, tiempo, frecuencia, marco teórico referencial, etc.).

Pero no es un encuentro cualquiera, como el que se da entre amigos, compañeros de trabajo, colegas, etc., y lo que lo diferencia es que ambos (psicólogo y paciente) asisten a la novedad, ninguno sabe de antemano lo que ocurrirá, pero tienen en común el deseo de trabajar juntos, de acompañarse a largo de un camino que es el propio proceso psicoterapéutico.

En este encuentro, el encuadre es un elemento esencial porque permite pautar juntos la forma de trabajo, las condiciones y diferenciar roles, entre otras cosas, posibilitando, de esta forma que el paciente despliegue “su historia” y sus circunstancias y que el psicólogo escuche a través de una escucha operativa sin prejuicios ni preconceptos, y que la palabra adquiera su valor terapéutico.

Así el rol del psicólogo no es el de aconsejar, o decir lo que está bien o mal, o señalar como deberían ser las cosas, sino establecer puentes, entre el paciente y su propia historia, propiciando el encuentro con uno mismo, sus sensaciones, miedos, angustias, temores, deseos,  odios, amores, sueños, sentimientos, frustraciones, etc.

Y es el propio paciente, quien desde su historia, sus valores, creencias, circunstancias, decide sobre sí mismo.

El psicólogo intenta por medio de la palabra, develar la historia silenciada, arrojar luz sobre recuerdos ensombrecidos, por el dolor, por el paso del tiempo o vaya a saber porque, mostrar aspectos de uno mismo que muchas veces nos negamos a reconocer como propios y que siempre rechazamos en los demás.

Esto hace que el proceso psicológico sea un proceso de cambio y transformación en donde el paciente resignifica su  historia vital, se fortalece, crece, haciéndose cargo de su destino, tomando las riendas de su propia vida y decidiendo por sí mismo como quiere ser, que quiere ser, y  que camino escoger.

lunes, 28 de enero de 2013

PSICOLOGA CONTRA VIENTO Y MAREA


Quería comenzar el blog compartiendo algunas reflexiones acerca de las dificultades con las que nos encontramos los psicólogos, a la hora de ejercer nuestra profesión

Al principio pensaba que las mismas eran intrínsecas a la profesión, pero a través de los años he comprendido que las dificultades provienen del statu quo que tiene la Psicología como ciencia y como profesión.

A pesar de ser licenciados universitarios cuya profesión está regulada por organismos del estado (Ministerio de Educación, Ministerio de Salud Pública), somos ignorados por unos y por otros.

Como técnicos sanitarios, la presencia del Psicólogo en hospitales y centros de Salud, es muy inferior a la de otros técnicos.

Por otro lado, en el imaginario social, se asocia al Psicólogo con la enfermedad, con la “locura”, nunca con la salud. Es así que nuestra inserción laboral siempre ha estado asociada a la psicopatología, a los diferentes trastornos, a la enfermedad mental.

Sin embargo, hoy día los psicólogos en general realizamos una labor muy importante en el ámbito de la prevención y promoción de salud mental. Es importante recalcar, que en el ejercicio de nuestra profesión hemos conquistado otros territorios además del clínico, como por ejemplo ámbito educativo, mediación jurídica, grupos, organizaciones, familias, etc. ninguno de ellos exento de dificultades, probablemente porque siempre compartimos competencias con otras profesiones más o menos cercanas a la psicología.

De ahí que la presencia del intrusismo profesional sea tan evidente, así como nuestra desprotección frente al mismo.

En el ámbito laboral, la mayoría de los encargados de Recursos Humanos provienen de otras carreras universitarias o profesiones, y en el clínico se están poniendo de moda algunas disciplinas cuya base puede resultar tan dudosa como la capacitación de quienes la llevan a cabo.

Pese a todo ello, hay algo que siempre me impulsa a seguir y esa motivación la encuentro en mi vocación.

Para mi  ser Psicóloga no solo me define como profesional sino como persona, porque me gusta lo que hago y creo en ello, como también creo en el ser humano y en sus posibilidades.

Después de  todo la Psicología  es una profesión viva  actual y dinámica  que nos permite ayudar a otras personas a desarrollar sus potencialidades, a responder a problemas en situaciones concretas, a emprender otros caminos, a buscarse y encontrarse, a atravesar miedos, dudas, incertidumbres, angustias, dolor, amor, deseos, fantasías, en fin, todos los sentimientos y sensaciones  que nos hacen ser las personas que somos.